Viejos son los trapos
En el Bernardino Rivadavia (Rosario, Provincia de Santa Fe) se exhiben valiosas fotografías que integran la Fototeca de la Biblioteca Nacional
Al recorrer las 50 fotografías que componen la muestra Por la fuerza del trabajo, expuestas en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, es imposible no preguntarse por sus autores. Ellos retrataron la historia del país entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, y se convirtieron en excelentes cronistas de época. Las imágenes responden preguntas fundacionales del mundo del trabajo en Argentina pero también deslizan engarces que permiten construir un puente visual que apela a la memoria.
Se trata de fotos antiguas, preciosamente conservadas por la Fototeca Benito Panuzzi de la Biblioteca Nacional. Creada en 2005, alberga unas 20 mil imágenes que han sobrevivido a la destrucción, un dato no menor en este país (ver aparte).
El material expuesto en Rosario abre con una serie del fotógrafo Christiano Junior, un portugués que llegó a Buenos Aires en 1865, proveniente de Río de Janeiro. Dos años después abría su estudio en la ciudad y casi diez años después lograba armar un álbum sobre vistas y costumbres de Buenos Aires. Después, vende su estudio y así logra financiar un recorrido por el país.
Estos datos sirven para enhebrar las fotografías de Christiano. El trabajo podía retratarse en un vendedor de naranjas (1876) o en la playa, con sus pescadores, donde la incipiente ciudad dejaba que el río llegara a Recoleta (1876).
Otro integrante de la muestra es Félix Corte, un inmigrante italiano que se asentó en territorio santafesino y acompañó a Gabriel Carrasco en 1887, en el censo provincial. Desde allí, aporta su mirada sobre el trabajo, como las tomas en Colonia Ocampo: un embarque de maderas, trabajadores en una destilería o el transporte de productos de la mano del ferrocarril.
Ernesto Schlie, hijo de alemanes que se asentaron en Colonia, justamente retrata esos territorios. Impresiona una foto suya tomada en un aserradero en Colonia Florencia, en 1890, donde cada trabajador posa en su puesto de trabajo. Sus rostros, quizás algunos extranjeros y otros no, exhiben cierta dureza pero también una mirada triste. El encuadre elegido pone en juego el trabajo y sus padecimientos.
Sin dudas, una de las fotos que más llama la atención es la tomada por C. R. Machiavelle, en 1900, que muestra a una compañía militar de Campo de Mayo. Una extensa fila de soldados posa sobre una pasarela de toneles. La vestimenta lleva la mirada a otros cuerpos militares que por sus uniformes parecen más cercanos a los ingleses en la India que a una fuerza autóctona. Todos descalzos, salvo los oficiales, conformaban una agrupación de ingeniería, según se destaca en las referencias de las fotos.
Y si de sorpresas se trata, también son imperdibles las aportadas por un fotógrafo policial no identificado. Una de ellas muestra un "reconocimiento de los malos elementos sociales por medio de proyecciones luminosas", tal cual su título. En un auditorio, varias decenas de hombres trajeados miran hacia una pantalla donde se puede ver la foto del supuesto "mal elemento", quizá un anarquista ya que la imagen está fechada en 1912.
Otra serie de fotos que llama la atención es la del alemán
Federico Kohlmann. Este fotógrafo recorrió entre 1920 y 1940 eran parte del territorio argentino. De ese viaje se exponen algunas que son realmente cautivantes. Es imposible no mirar una y otra vez la tomada en Bahía Blanca en 1925 que exhibe la caza de lobos marinos (Es un error, la foto a la que se refiere se tomó a pocos kilómetros al sur de Comodoro Rivadavia) o la registrada en
Comodoro Rivadavia sobre un curioso embarque de pasajeros.
Muchas de estas fotos tomaron por entonces el formato de postales, como quizá las de un balneario en Mar del Plata. Pero también hay un detallado registro de los trabajos en la Patagonia, como el de los cazadores de guanacos, la esquila o un embarque de lana. Rosario aparece de la mano de los cereales en la visión de Kohlmann, quien en 1930 buscó en el puerto a los estibadores.
La muestra abarca el país en casi toda su extensión. Cuyo llega junto a imágenes de trabajadores en la industrialización de la fruta o la vid.
La muestra cierra con imágenes de 1940 donde la especialización marca otros tiempos. En ese marco, un especialista analiza muestras en un laboratorio o un veterinario controla la faena en un frigorífico.
Estas 50 fotografías, que podrán verse hasta el 1º de junio, reúnen al mundo del trabajo puesto en distintas dimensiones y territorios. Pero además incorporan al fotógrafo como un narrador inefable, en un tiempo donde lograr determinadas imágenes tenía más que ver con la hazaña y la aventura que con las precisas tecnologías digitales.
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